Uno de los firmantes del Acuerdo de Paz de 1992 y también uno de los impulsores de las Bases para un Plan de Nación que diseñó la Comisión Nacional para el Desarrollo (CND), David Escobar Galindo, cree que el entendimiento político es ya inevitable. Es una demanda de la realidad y ello, explica, significa que las condiciones están listas. Cuestiona tanto el papel de ARENA como del FMLN, les señalan que entenderse no significa ser débil, e insiste en que, además de las metas parciales, todos deben tener un solo horizonte claro: un horizonte que no le pertenece a ninguno de los actores.
¿Qué pasó con el esfuerzo desarrollado en la Comisión Nacional de Desarrollo?
Se nombró en 1997 y llegó hasta 1999, dependía de la Presidencia de la República. Hicimos el proyecto de Fomilenio I, se concluyó muy satisfactoriamente, hicimos el proyecto del Puerto de La Unión que no se licitó en el momento en que se concluyó. Dejamos terminado un proyecto sobre desarrollo logístico y agroindustrial en Comalapa y estábamos empezando a trabajar en el cuarto proyecto, ecoturismo en la zona oriental. Estos proyectos tenían como propósito desatar y promover el desarrollo territorial, superar el viejo centralismo, una de las fallas más grandes que tenemos en nuestro proceso estructural.
La comisión fue una experiencia de diálogo entre varios sectores. ¿Se puede replicar?
Éramos cinco miembros de diferentes procedencias sobre todo con la población, los sectores de los distintos lugares en donde trabajábamos. Hacíamos consultas ciudadanas permanentes, hacíamos contacto con los entes municipales. Por ejemplo, para el trazo de la carretera Longitudinal del Norte se llegó a un entendimiento de 49 municipalidades en las que había representantes de todos los partidos políticos.
¿Tuvo respaldo político?
Sí, en el sentido de que el Gobierno la mantuvo viva durante todo aquel tiempo, sobre todo, tuvo mucho eco en los ambientes comunitarios, hicimos un documento base, Bases del Plan de Nación. Lo hicimos en consulta con gente y organizaciones de todo el país.
En el país se habla de que no hay un plan de país con respaldo político. ¿Es cierto?
La idea era tener un plan, en este caso, al desarrollo territorial, evidentemente lo que el país necesita es un plan de nación que no solo contemple el desarrollo territorial, sino las distintas problemáticas, tiene que ser multidimensional el plan que necesitamos, la realidad lo demanda.
¿Por qué hay resistencia a dialogar para obtener acuerdos concretos (para este plan)?
A lo largo de la posguerra, que ya va a tener 25 años, se han visto muchas dificultades para que las fuerzas políticas y las otras fuerzas nacionales puedan pasar a un escenario en el que sean factibles los entendimientos básicos. Esto es porque las fuerzas políticas no tenían experiencia previa de lo que es la competencia democrática. La competencia democrática no es una batalla permanente, es un ejercicio de la administración de las diferencias, de las diferencias y las armonías, porque las armonías también hay que administrarlas, porque no se trata de que los adversarios se vuelvan enemigos ni de que los amigos se vuelvan cómplices. Se trata de que todo se administre conforme los intereses del país regidos por los principios del bien común. Eso es lo que la democracia exige, eso es lo que estamos aprendiendo con muchas dificultades. Aún hay grandes resistencias a entrar en un esfuerzo verdaderamente concertador en el país que, por supuesto, no va a eliminar las diferencias porque eso sería antinatural. El tema es cómo manejo las diferencias y cómo hago para que las diferencias se conviertan en factores constructivos que evidentemente también es así. El hecho que haya distintas concepciones de la realidad debería servir como factor enriquecedor del trabajo de búsqueda de soluciones.
¿Por parte de quiénes no hay un esfuerzo concertador?
En términos generales, hay mucho temor todavía al entendimiento, como que si el entendimiento fuera un signo de debilidad, al contrario, es un signo de fortaleza. Los que se entienden son más fuertes que los que no se entienden. Es que la democracia es interactiva. Si no se interactúa, la democracia se paraliza.
¿Cómo se puede lograr el entendimiento en la reforma de pensiones, por ejemplo, en donde se presentan dos enfoques ideológicos totalmente opuestos?
Hay que temas que son espinosos por su naturaleza y posiciones de cada quien. El punto clave es crear condiciones fundamentales para entrar en un proceso de entendimientos básicos, y eso exige que las voluntades coincidan en ese entrar y, en segundo lugar, que haya un método que posibilite que las voluntades se puedan ir convirtiendo en entendimientos concretos. Habría que hacer un análisis por dónde empezar, no en cuanto a temas, sino en cuanto a métodos.
Alguien tiene que tomar el liderazgo.
Alguien debería tomar el liderazgo. Cualquiera de las fuerzas podría tomar el liderazgo y buscar que las otras coincidan en esos puntos. Es posible que al inicio el esfuerzo sea mínimo, por llamarlo de alguna manera, lo importante es empezar a hacerlo. No es imposible, al contrario, la realidad lo está demandando y, cuando la realidad lo demanda es porque las cosas están listas para que ocurran evidentemente. Estoy seguro de que si las fuerzas políticas entrarn en esta dinámica todas saldrían gananciosas. Y al que sea más concertador le daría más beneficios.
¿Cómo evalúa el retiro de ARENA de la mesa interpartidaria y que ésta esté prácticamente inactiva después de haber firmado un acuerdo?
Yo creo que eso es parte de las calenturas que se dan en el ambiente, que todos las padecen. El punto es cómo superar esa etapa febril y pasar a un momento de serenidad racional, al menos inicial, que permita crear condiciones para seguir avanzando. Habría que bajars la temperatura política en el país, porque eso no conduce a nada. Es irrelevante, pero lo irrelevante que causa daño. Habría que hacer un ejercicio de pausa histórica.
¿No se superó la etapa febril?
Ha habido más intensos que otros. Todo es cuestión de educación democrática. No son enemigos porque esto no es una guerra, esto es simplemente una competencia. Es simplemente aceptar que la lógica democrática existe y que tiene sus propias normas de conducta, respeto, tolerancia, interacción.
¿Cómo evalúa a ARENA como oposición?
Es una oposición que podría ser mejor, así como el papel del FMLN cuando era oposición hubiera podido ser mejor. Yo creo que las actitudes actuales se parecen mucho entre los distintos actores. Por eso sería importante hacer una especie de reciclaje de actitudes y de leer además lo que la población quiere, y a lo que la población aspira, porque la población quiere resolución de problemas, soluciones. Yo no creo que a la población le interese el enfrentamiento de nadie. Siento que el momento va llegando, es la realidad que empuja, no es la posición de nadie. La realidad lo están empujando a todos. En las elecciones las dos fuerzas principales quedan en un balance permanente.
¿Por qué los partidos no lo entienden?
Prevalece el temor a parecer débiles. En el ambiente por tradición se ha considerado que el que pelea es fuerte y el que se entiende es débil. Hemos vivido tradicionalmente en una especie de exaltación de la bravuconería. Ni siquiera la guerra se pudo desenlazar con esa lógica. Yo siento que el pueblo salvadoreño es mucho más inteligente y visionario de lo que la gente piensa.
[caption id="attachment_623790" align="alignnone" width="300"] Foto: DEM[/caption]
“Las facturas son impagables”
¿Cómo analiza el tratamiento del tema de la corrupción?
Venimos de una larga época histórica en la cual lo que imperaba era el silencio y la impunidad y nadie podía decir nada. Esos temas no aparecían en el habla común, aunque la gente sabía que existían muchas cosas. El cambio es evidente, estamos en un proceso de evolución, más acelerada que en otro momento histórico. El hecho de que haya frustración porque no se avance más es un buen signo. La sociedad quiere que las cosas caminen más rápido. Eso no es un signo de crisis, sería crisis si a nadie le importara, yo siento que la cosa va caminando. Hay que ir avanzando de una manera razonable pero sin hacer exabruptos.
Alfredo Cristiani dice que las instituciones pueden ocuparse para la venganza política. ¿Usted ve eso o hay una buena actuación de las instituciones?
Lo que pasa es el desempeño de las instituciones es bastante imperfecto, ahí hay muchas filtraciones de todo tipo, creo que en la medida que vamos avanzando, eso se va evitando. Creo que es importante es bajar la tendencia a las calificaciones mutuas.
¿Qué pasó con temas como la inseguridad ciudadana después de la firma del Acuerdo de Paz?
No se hizo en los momentos sucesivos lo que se debía haber hecho. Si al inicio de la posguerra hubiéramos empezado un proceso de atención de la problemática –empezaban a aparecer signos de fuerzas antisociales, leves, emigración, estrés postraumático de la guerra. Cuando uno no hace las cosas a tiempo, la realidad le cobra la factura, y mire usted las facturas onerosas que tenemos que pagar, son impagables.
¿Fue responsabilidad de los Gobiernos anteriores o de esta gestión?
Estas cosas no se rigen por periodos políticos. El Gobierno es el conductor y le corresponde los esfuerzos articulados con todas las fuerzas nacionales, esos problemas no los puede resolver un solo Gobierno, aquí tenemos que salir del concepto de los tiempos políticos son los que mandan, los que mandan son los tiempos reales. El calendario real es otra cosa.
¿No hay un calendario?
El calendario real existe pero no lo asumen. Hay que tener metas parciales pero uno tiene que tener un horizonte claro y la meta no le pertenece a nadie. El Gobierno es un actor fundamental, no es el único ni el más determinante. Tenemos que hacer un ejercicio de realidad.
[caption id="attachment_623791" align="alignnone" width="200"] Foto: DEM[/caption]
Perfil
David Escobar Galindo
Poeta, escritor, doctor en jurisprudencia y ciencias sociales graduado de la Universidad de El Salvador. Rector de la Universidad “Dr. José Matías Delgado” y columnista de La Prensa Gráfica. Fue miembro de la comisión negociadora y firmó el acuerdo de paz, en México, el 16 de enero de 1992.
Ha sido miembro de comisiones creadas por el Gobierno: Comisión Nacional de Desarrollo (CND), Comisión de Seguridad Pública, Comisión Negociadora entre el Gobierno y la Comisión Tripartita de Médicos del Seguro Social, Comisión de Depuración de la Policía Nacional Civil, Comisión Presidencial para el Desarrollo de la Sociedad del Conocimiento.